Eulalia Prieto, más conocida como Lala Prieto, marcaba historia en la Semana Santa con su pregón lleno de amor en las tablas del teatro Villamarta.
Lala Prieto, tercera mujer pregonera en la historia de la Semana Santa de Jerez, comenzaba su pregón a las doce en punto de la mañana ante un teatro lleno y con la presidencia de la alcaldesa de Jerez, María José García-Pelayo, el Obispo de la Diócesis Asidonia-Jerez, Don José Rico Pavés, y el presidente de la Unión de Hermandades, José Manuel García Cordero.
Al inicio del pregón evocó aquellos tiempos en los que ella no quería jugar a ser princesa, quería ser monaguillo en La Borriquita, pero las normas, entonces, lo impedían. Esas primeras referencias cofrades estuvieron marcadas por la discriminación por ser mujer. El pregón no fue feminista. Obligadamente, debía hacer uso de esos recuerdos, que le marcaron tanto en su niñez como en la adolescencia. Pero, como ella dijo, su terquedad no le confortaba. Protestaba ante sus padres y ante todos los que le negaban su deseo de ser una pequeña nazarena de rostrillo.
Pero se topó con una hermandad de la que “se mofaban de su esencia, a la que llamaban groseramente las meonas. Mujeres de toda condición con el gozo de tener a Jesús cerca venciendo todos los reparos… Jesús me abrió las puertas de un mundo cofrade de hermanas de morao”. Recordó a ellas, a las que estuvieron solas con Cristo al pie de su cruz. Dio las gracias “a las pioneras”, sus predecesoras en el atril del pregón, Paqui Durán e Inma Cáliz.
Prieto ha defendido que la Iglesia debe ser un lugar de acogida. «Están todos, todos, todos invitados», ha asegurado la pregonera, que se ha hecho eco de las palabras del papa Francisco. Hermana de las hermandades de Jesús Nazareno y de Cristo Rey, ha lanzado una pregunta al público del Teatro Villamarta de la ciudad gaditana: «¿Qué tiene de malo?» y «¿Quién sería nadie para juzgarlo?».
«Amor que todo lo puede, amor de Dios para salvarnos, amor que todo disculpa», una y otra vez la pregonera ha regresado en su intervención a la idea del amor en la religión católica, pero ha pedido que englobe también a aquellos que, históricamente, han sido rechazados por la institución. La economista ha pedido una Iglesia «sin aduanas», donde quienes llegan puedan encontrarse «a salvo».
En el pregón hubo huecos para las anécdotas o para relatos simpáticos. Contó cómo conoció al obispo y un sucedido con las carmelas, dulce tan típico de Jerez, que creyó que era el preferido del prelado, cuando ni lo conocía. Más risas provocó el relato de una mujer, esposa de costalero, madre de nazarenos y con un hijo aún en carrito. La aventura de echarse a la calle, ir a buscar la cofradía, llevar a su pequeño en el carro, llevarlo hasta el paso, porque su marido quería ver al pequeño a su vera… las peripecias de una mamá que, pese a ser un relato ficticio, seguramente es muy real y va más allá del chiste.
El pregón fue Lala Prieto en esencia, fue como es ella “sin trampas ni filtros”. No se dejó nada, se vació por completo. Una obra llena de dulzura en la que no escatimó esfuerzo alguno para entregarse plenamente. En Lala todo fue talento en el escenario, talento en la composición literaria y poética, talento en pronunciarlo, talento en su interpretación vocal y gestual, talento en los ritmos y cadencias.