El Estadio de La Cartuja de Sevilla acogió el pasado sábado una vibrante final de Copa del Rey en la que el Athletic Club de Bilbao y el Real Club Deportivo Mallorca dieron lo mejor de sí hasta la tanda de penaltis, en la que los bilbainos lograron doblegar al conjunto bermellón.
De inicio, el Athletic, comandado por Ernesto Valverde, lograba sin grandes esfuerzos tomar el pulso al partido, dominando la posesión y llevando peligro por los costados con los hermanos Williams haciendo sufrir a la defensa balear.
Galarreta disponía así de una buena opción pasado el primer cuarto de hora, pero serían los mallorquinistas quienes habrían de golpear primero gracias a una de sus grandes armas: el balón parado.
La pizarra del mexicano Javier Aguirre daba sus frutos en una jugada que arrancaría con un saque de esquina que, tras varios rechaces, Dani Rodríguez culminaría enviando el esférico al fondo de la portería vizcaína.
El tanto espoleaba a los leones con Nico Williams como gran puntal por banda izquierda. El eslovaco Greif se multiplicaba en sus paradas y al internacional español se le anulaba un gol poco antes del descanso, merced a la intervención de la tecnología del fuera de juego semiautomático.
La reanudación veía una buena ocasión de Cyle Larin y el empate vasco en una de sus acciones preferidas: robo en campo contrario, rápida transición con pase de Nico Williams y preciso disparo de Oihan Sancet a las mallas.
Con el Mallorca prácticamente encerrado en su propio área, todo apuntaba a una contundente remontada del Athletic, aunque el partido terminaría en una prórroga que, tras media hora extra de juego, desembocaría en la inevitable tanta de penaltis.
Agirrezabala y Berenguer, con una parada decisiva y el gol final, certificaban la consecución de un nuevo título para el Athletic de Bilbao que, tras 40 años, volvía a levantar la Copa del Rey en una noche para el recuerdo de todos los aficionados.